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Se denominan así al pan y al vino, que se quedan en meros accidentes, o apariencias, una vez que se ha realizado el misterioso milagro de las transustanciación, o conversión del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Jesús.
Se habla de "accidentes" en terminología aristotélica y tomista, por ser lo que se presenta a los sentidos. Debajo de ellos está la sub-stancia (lo que está debajo). Lo que vemos en la Eucaristía, según la doctrina cristiana, es lo sensorial, lo accidental. Lo que "cambia" es la realidad, la substancia, la esencia. (Ver Eucaristía 3.2 y 4.3)
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